dilluns, 8 de març del 2010

Futbol i Tercer Món

En van les cases plenes amb el fet que la dècada dels 90 del segle passat fou el moment d'eclossió absoluta del món del futbol, amb un creixement que ha estat a costelles (com sempre que els occidentals fan negocis) dels països del Tercer Món.

El procés que ha conduït a aquesta situació ha estat molt llarg i s'endinsa a les mitjanies del segle XIX. Ens no explica molt bé l'historiador Gerald Hödl en un article que hem recuperat de la xarxa i del qual hem fet una selecció dels paràgrafs més interessants.

El deixem parlar totalment a ell i després afegim uns fragments de Sang Culé on es tracten els temes que apareixen a l'article.



La segunda globalización del fútbol

Gerald Hödl
20-06-2006

En la sociedad mediática el deporte crece en importancia y el fútbol desempeña un papel central. Los futbolistas son estrellas populares en (casi) todo el mundo. A esto se llegó gracias a la reestructuración del fútbol europeo a partir de los años noventa: los grandes clubes de fútbol se convirtieron en empresas que operan a escala internacional. Jóvenes talentos de África y de América Latina son reclutados en masa y otros continentes van cobrando creciente importancia como mercados de distribución. Así, la comercialización lleva a una segunda globalización del fútbol.

[...]

En el caso del fútbol, la historia de la globalización se remonta al siglo XIX y está estrechamente vinculada con el colonialismo y el imperialismo.

Junto con los ejércitos y las sociedades comerciales, las prácticas culturales de los europeos, en particular, de los británicos, hicieron su entrada triunfal en el mundo, y entre ellas prácticas, estaba el deporte del fútbol.

Ya a mediados del siglo XIX, se jugaron los primeros partidos históricamente documentados en Asia y en África (en 1854, en la India; en 1863, en Sudáfrica).

 [...]

El colapso económico de estos países [es refereix al bloc soviètic] produjo una amplia apertura de sus mercados, y también para el producto mano de obra futbolística. Muchos clubes de América Latina, de África y de Europa oriental pudieron y pueden evitar ir a la quiebra transfiriendo periódicamente sus más talentosos goleadores a Europa occidental y al Oriente Próximo y Lejano. La Estrella Roja de Belgrado, por ejemplo, vendió 50 jugadores entre 1993 y 1996, más de un equipo de fútbol por año.

Los clubes se transforman en grupos económicos de fútbol. Si todos los jugadores encontraron un comprador fue por la desregulación simultánea de los mercados laborales europeos del fútbol. Se trata de cambios profundos que permitieron que los clubes tradicionales de fútbol se convirtieran en empresas futbolísticas con orientación a la rentabilidad. Al frente de estas empresas ingresó una nueva generación de directivos que, como escribió el periodista británico Martin Jacques, domina el lenguaje de los agentes bursátiles, que consideran los clubes como si fueran marcas, a los jugadores como si fueran valores patrimoniales, a los hinchas, consumidores y el extranjero, como un mercado potencial.

En la década de los noventa, el deporte del fútbol pasó a ser uno de los puntos claves de la industria del entretenimiento y del ocio, que a diferencia de la mayoría de los sectores clásicos de la economía, pasaba por una etapa de auge y resultaba, por eso, muy atractivo para los inversores. Solo ante este telón de fondo se entienden las enormes sumas de dinero que se destinan desde fines de la década de los ochenta al deporte del fútbol (en particular, de Europa occidental). Con contratos de auspicio, con la venta de partes de sus acciones, con la comercialización mundial de los artículos para hinchas, con contratos de televisación por sumas elevadas y con el tradicional negocio de las entradas, los grandes clubes internacionales realizan sus cifras de negocios que alcanzan hasta los 275 millones de euros por año (como es el caso del Real Madrid, en la temporada 2004/2005). El club alemán más fuerte económicamente, el Bayern München, cobró en igual período casi 190 millones de euros.

[...]

Uno de los sectores centrales del comercio internacional es el reclutamiento de mano de obra. Escasean los jugadores muy talentosos y, en consecuencia, sus precios de mercado son elevados. Los clubes, por tanto, se esfuerzan por todos los medios en adquirir a costes lo más bajos posible los jugadores más cualificados de entre un grupo lo más amplio posible de mano de obra potencial. Las restricciones, pero sobre todo las cuotas restrictivas de extranjeros, se oponen a los intereses comerciales y resultan ser totalmente perjudiciales para los negocios si la competencia española, italiana o inglesa no está sometida a estos intereses o si lo está, solo en menor medida. Por esta razón, en la década de los noventa, se produjo en Europa una desregulación de los mercados laborales de fútbol. Desde entonces, se amontonan legiones de scouts e intermediarios de jugadores en África y América Latina para contratar al nuevo Pelé, al nuevo Yeboah. Paralelamente a esta situación, se ha ido formando en estas regiones una amplia infraestructura que produce, y muchas veces, fuera de los clubes establecidos, futbolistas para el consumo de las economías europeas de fútbol (pero también para el Oriente Próximo y el Este asiático). Este es el objeto de las denominadas academias de fútbol.

Tan solo en un país como Mali, hay unas 20 academias de este tipo. Los operadores calculan que los bajos costes de inversión (para una formación de seis años, según la revista «African Soccer Magazine», el presupuesto es de aproximadamente cinco mil dólares por jugador) arrojan un elevado rendimiento si por año pueden venderse en el mercado mundial de uno a dos jugadores de cada promoción. Las escuelas de fútbol más famosas surgieron en cooperación con clubes europeos y, por lo general, estos las financian.

[...]

Del África se importan generalmente jugadores muy jóvenes, de los cuales solo una pequeña minoría encuentra la senda hacia el fútbol profesional bien remunerado.

La inmensa mayoría restante forma o formará parte de los migrantes laborales desclasados en los centros económicos de Europa y de Asia. No hace mucho tiempo atrás, en los medios italianos aparecieron noticias, según las cuales varios miles de jóvenes africanos habían sido traídos al país como futbolístas, pero finalmente habían terminado como mano de obra barata ilegalizada. Otra rueda de la fortuna de esta forma de trata de personas se encuentra en Bélgica: entre unos 250 y 500 africanos, según estimaciones del diputado belga De Decker, llegan año tras año al aeropuerto de Bruselas, atraídos por la promesa de hacer carrera futbolística en Europa. Las historias individuales de éxito de aquellos pocos futbolistas latinoamericanos, africanos y europeos del Este, que ascendieron a jugadores con ingresos elevados, ocultan el hecho de que los beneficiarios principales del comercio global con jugadores están radicados en Europa central y occidental. En primer lugar, estos son los clubes y sus directivos: pueden recurrir a una gran cantera de buenos a excelentes jugadores, cuyas carreras profesionales, al menos, en los primeros años cuestan mucho menos que las de jugadores locales similares.

Los titulares de estos derechos de pase pueden cobrar, en caso de una reventa de un jugador, varias veces la suma que pagaron al club de origen o al instituto donde se formaron. El segundo gran grupo que ha crecido mucho en los últimos años y que se beneficia de la migración intercontinental de futbolistas son los agentes de los jugadores. Exigen en concepto de honorarios hasta un cincuenta por ciento del sueldo de su cliente y un porcentaje de las sumas que se paguen por los pases. Estos agentes de jugadores con licencia oficial otorgada por la FIFA proceden predominantemente de Europa. De forma similar a lo que sucede en otros sectores de la economía mundial, se envía la materia prima barata proveniente del Sur, gracias a la ayuda de intermediarios europeos, a las metrópolis para que allí sean «procesados» con beneficios. Un modelo similar se presenta en otra cadena de productos que está directamente vinculada con el fútbol. Una gran parte del equipamiento deportivo, que va desde las zapatillas, las camisetas hasta las pelotas de fútbol, pero también los productos que los clubes de fútbol comercializan principalmente como artículos para los hinchas, provienen de las fábricas asiáticas del mercado mundial.

[...]

Los habitantes del Sudeste asiático actúan como fabricantes de estos productos [merchandising] y, al mismo tiempo, como consumidores de fútbol. Los grandes clubes, tales como el Manchester United, el Real Madrid y el FC Barcelona, perciben una parte cada vez mayor de sus ingresos de la venta mundial de productos de merchandise, en particular, de camisetas con los colores de los clubes, y de los derechos de televisación.

[...]

Incluso un club que no se cuenta entre los realmente grandes como es el HSV intenta establecerse en el Este asiático: con la contratación del jugador del seleccionado nacional japonés Takahara «se abrirán las puertas —según las propias declaraciones de Beiersdorf, director deportivo del HSV— a un gran mercado, un mercado que no antes del campeonato mundial en Japón y Corea del sur, se ha vuelto fanático del fútbol». El hecho de que pudiera ganarse poco tiempo después a Casio, empresa japonesa de electrónica, como auspiciante, encaja en el cuadro, como también encaja el hecho de que la página de internet del HSV cuente con una versión en japonés.

Gerald Hödl (gerald.hoedl@univie.ac.at) es historiador y enseña en la Universidad de Viena en el área de estudios Desarrollo internacional.

Traduccion: Maria Teresa Lineares, Coorditrad (www.coorditrad.attac.org)

Enllaç original i article complet a: http://www.redtercermundo.org.uy/texto_completo.php?id=3062 (enllaç anul·lat)


I ara, uns fragments de Sang Culé que refereixen al tema:

Enric Soteras, mànager de futbol, medita a l'avió que el du a Barcelona des del Surinam, pgs. 24 i 25:

En Frankinho havia estat el primer gran resultat de l’escola de futbol. Certament ja el van trobar granadet, amb setze anys, i ben avançat, amb un toc de pilota malabarista i miraculós. Havia nascut en una miseriosa barriada de Paramaribo i des de llavors havia consumit la seva vida fumant cannabis i corrent rere una pilota de futbol —no gaire reglamentària— en qualque fos camp improvisat. Només ha calgut polir alguns serrells i marcar certa disciplina, a la qual val a dir que el nano no s’hi adapta gaire. Tot seguit, es va recórrer als contactes fruit de les amistats de la joventut del Quimu i feina feta.

Si tots els nanos de l’escola de futbol desemboquessin en operacions amb un rendiment com la de Frankinho, tots quatre podrien viure en una mansió folrada d’or. Però cal ser realista i hom ha de de considerar aquesta operació com a especial. Per una banda, en Frankinho promet ser un fora de sèrie dels quals no hi ha dos cada dia. Per una altra, el preu que el Barça pagarà per ell tampoc és ben bé el real i precisament ells són els qui no rebran aquesta diferència amb el declarat. És a dir, que en Soteras & Company s’han prestat per a una operació de blanqueig de diners d’una entitat bancària catalana que el seu contacte al Barça s’ha guardat bé d’especificar-ne el nom, tot i que es fàcil d’endevinar que es tracta de la Caixa Catalana i d’Estalvis, la més gran del Principat i possiblement de l’Estat Espanyol.

En contrapartida, en Soteras & Company rebran més per Frankinho del que haguessin rebut per al seu preu normal de mercat i també se’ls hi cobrirà els impostos que els hi puguin suposar la quantitat d’ingressos que en darrera instància no han rebut. De totes les operacions financeres al respecte se n’ocupa la Margarida al Surinam, raó per la qual no s’ha desplaçat a Barcelona. De pas, també tindrà cura del funcionament de l’escola de futbol fins la tornada del Quimu. Per la seva banda, en Soteras rondarà una bona temporada per Barcelona, sent el cap de pont a Europa per a tal empresa.

Caspar Van Caspen, entrenador del Barça, enraona amb l'Enric Soteras, pgs. 201 i 202:

—¿Saps que el dia que no em vulguin a Europa estaré encantat d’anar-me’n a entrenar als Estats Units? —confessa en Van Caspen.

—Ah, sí!? —segueix el fil en Soteras, una mica incomodat—. Doncs si és pels contractes, et sortiria més a compte el Golf Pèrsic o Japó.

—No és una qüestió només de peles, sinó de filosofia —raona l’holandès—. El futbol als Estats Units, o soccer com ells li diuen, és un esport jove. Els jugadors nacionals que s’hi impliquen estan motivats a jugar-hi per la il·lusió i amor al joc, joc estrany i minoritari al país del beisbol i el futbol americà. Els ídols són modestos i pugen per mèrits propis. Per l’esforç propi. El soccer és dels pocs reductes on el “somni americà” encara regeix. I jo sempre n’he sigut un ferm admirador d’aquesta filosofia, més vulgarment coneguda a Europa com la “cultura de l’esforç”. El meu país i el teu són on són gràcies a això i no a quatre lladres de guant blanc que trafiquen i especulen amb els beneficis i treball dels altres.

En Soteras se sent atacat de front. Encara més: insultat a la cara. Sembla que de nou senti els consells caducs de son pare. Però té la lliçó apresa i sap per on continuar:

—Caspar, amic meu, el món del futbol i, amb ell, la institució que avui per avui et posa el plat a taula no serien res si no fos per tota una sèrie de... —En Soteras cerca la paraula—... de diguem-ne financers que donen valor afegit al producte. Si no hi hagués els contractes milionaris que nosaltres els mànagers negociem per als jugadors, que per definició mai estan d’acord amb la qualitat del jugador, l’expectació que l’esport causaria seria molt menor. Si els clubs no paguessin el que paguen per ells no caldria que els clubs fossin tan rics i s’endeutessin amb els bancs. I les televisions no pagarien tant per les retransmissions i els exèrcits de periodistes que mobilitzen estarien a l’atur. Els aficionats no pagarien el que paguen per les entrades, abonaments i merchandising divers del seu club. I els entrenadors, com tu, no podrien cobrar el que cobren. —Mentre ha anat amollant la lletania, en Soteras s’ha anat posant més agressiu. Però encara no ho ha dit tot:— En definitiva, els del meu ofici generem riquesa. I encara et diré més, som com els representants sindicals dels jugadors. Perquè si arreu del món hi ha tanta expectació pel futbol per part de legions de nens, molts d’ells afamats en països del Tercer Món, és perquè somnien que pot ser una via d’escapada de la misèria. Fins i tot això ho pensen els suposadament ingenus futbolaires ianquis amb qui dius hipòcritament que et vols jubilar. I tota aquesta riquesa és gràcies a nosaltres.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada