La antología 'Crims.cat' reúne 17 relatos inéditos centrados en la actualidad
ROSA MORA - Barcelona - 30/11/2010
"Si Manuel de Pedrolo dirigiera hoy la primera La Cua de Palla no habría tenido dificultad para incluir novelas escritas en catalán, como era su intención", afirma Àlex Martín Escribà, antólogo con Sebastià Benassar, de Crims.cat (Alrevés). El libro reúne 17 relatos negros de autores nacidos en Cataluña, Valencia y Baleares. El conjunto es excelente, un notable alto. El libro permite disfrutar de autores conocidos y descubrir a otros y apreciar las diferentes variantes del catalán, no ya del que se escribe en Valencia o en les Illes, sino del de Lleida o Girona. Los relatos, todos inéditos y escritos especialmente para este libro, son de gran actualidad: derrumbe del mercado inmobiliario, crisis económica, inmigración, degradación de las ciudades, maltrato... Prima la descripción y crítica de una situación social sobre el mero intríngulis. Todos, en general, están muy bien ambientados.
Policías escritores. Hay muchas formas de morir y muchas formas de matar y Crims.cat, las recorre casi todas, aunque también hay algún relato sin apenas violencia y ningún muerto: Qualsevol nit, a Figueres, pot sortir el sol (un homenaje a Sisa), de Agustí Vehí (Figueres 1958), una de las sorpresas del libro. Un agente de la Guardia Urbana patrulla por Figueres una noche de diciembre de gélida tramontana. Vehí es subinspector de la Guardia Urbana.
Josep Torrent (Bellcaire d'Empordà, 1956) también ha sido policía municipal. La funcionària de correus a qui li agradava la coca, les magdalenes i els pastissos diversos es una sátira de cómo los narcos se las ingenian para cocaína en Figueres y de cómo casi todo el mundo acaba aprovechándose. Marc Pastor, que trabaja en la policía científica de los Mossos, narra en La llista la historia de un tipo que sale de la cárcel y corre sin remedio hacia un destino trágico.
Martín Escribà opina que es muy normal la existencia de polis escritores. "Acumulan una gran experiencia y pueden llevarla a la ficción. Torrent, por ejemplo, siguió el caso de la farmacéutica de Olot".
Crimen en el IEC. "Barcelona", explica Martín Escribà, "es el epicentro, por tradición, del género negro". De la metrópoli surgen algunos de los mejores relatos de Crims.cat. No se pierdan el divertidísimo Culers morts, de Pau Vidal (Barcelona, 1967). Se comete un crimen atroz en el Institut d'Estudis Catalans: el director de la segunda edición del Diccionari de l'Institut d'Estudis Catalans es asesinado una semana después de haber discutido con otro lingüista la posibilidad de introducir una nueva acepción de culers en el diccionario: la de sodomita. El director es un forofo del Barça; su oponente, perico militante.
Venganza y justicia. Teresa Solana (Barcelona, 1962) narra en La mentida la venganza de una novia a la que dejaron plantada ante el altar. El protagonista de Els molts treballs de Manent, de Sebastià Jovani (Barcelona, 1977) es un detective justiciero que se ha especializado en buscar a personas desaparecidas o a sus homicidas. La violación y asesinato de siete niñas le lleva a una reflexión mortal.
Secuestro en la Villa Olímpica. En Segrest express, Jordi de Manuel (Barcelona, 1962) narra la peripecia de un empresario que se hunde con la crisis inmobiliaria y al que los bancos no dan créditos. Para salir del atolladero no se le ocurre otra cosa que secuestrar a uno de sus clientes en un piso de la Vila Olímpica. Jordi Pijoan (Tortosa, 1970) sigue con la crisis en Capacitat de predicció. Su protagonista, que trabaja en una entidad bancaria que se acaba de fusionar y está amenazado por un ERE, intenta solucionar sus problemas atracando un furgón blindado.
Destrucción de un paisaje. Los dos autores mallorquines incluidos en el libro, Sebastià Benassar (Palma de Mallorca, 1976) y Miquel Vicens (Palma de Mallorca, 1961) coinciden en escribir sobre la destrucción de un paisaje, de la corrupción política, de la inmigración, de la degradación de la ciudad, del incremento de la pobreza. Casi todo sucede en la plaza de Pere Garau de Palma, el tradicional mercado está copado por inmigrantes. En Variat, Benassar habla de la mafia china. En El sisé sentit, Vicens narra el asesinato de un hombre procedente del antiguo Este.
Salvador Iborra (Valencia, 1978) también escribe en Sakura - una historia de amor y venganza- sobre las "monstruosidades arquitectónicas" de la capital valenciana y de la "corrupción de la clase política conservadora".
Sexo, droga, juego y prostitución. Los autores leridanos recogen algunos temas negros tradicionales. Joan Francesc Dalmau (Miralcamp, 1968) relata en Fràgil un crimen aliñado con sexo duro, droga y juego. Albert Villaró (La Seu d'Urgell, 1964) sitúa La pregunta final en la Andorra de los gimnasios de lujo: el adulterio puede conducir al asesinato. Ramon Usall (Lleida, 1972), que acaba de ganar dos premios literarios, aborda en El crim de la madame del carrer dels Dolors, el negocio de la prostitución y las bandas búlgaras.
Asesinato en el teatro Fortuny. En El club de la mort, Jordi Cervera (Reus, 1959) nos invita a un estupendo recorrido por la capital del Baix Camp y cuenta como un cinéfilo es capaz de llegar al asesinato para conseguir entradas para un estreno en el teatro Fortuny. Tiene el aliciente añadido de una gastronomía tan sensual que abre el apetito.
Un taller de arte religioso en Olot es el escenario elegido por Clàudia Pujol (Olot, 1976) para Ulls de vidre. El propietario está siendo asesinado y lo único que ya quiere saber es quién lo mata. Otro relato original es La ruta destoyer, del valenciano Albert Hernández (Catarroja, 1942). Un viejo republicano regresa a Valencia para instalarse en un caserón heredado, pero no contaba con que un pariente lejano quería convertirlo en discoteca.
Diecisiete relatos, para todos los gustos. Lo mejor es leer Crims.cat.
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